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jueves, 6 de abril de 2023

Vivir con depresión y ansiedad, es vivir o sobrevivir

 



Estamos viviendo en un mundo que, desde la observación practica, para muchos puede ser irreconocible. Muchas de las cosas que antes eran aceptadas, hoy ya no lo son, muchas de las reglas de vida y de conducción social que antes eran aceptadas hoy dejaron de serlo.

Existen quienes pueden adaptarse al cambio que esta sociedad nos demanda, están también a los que les cuesta hacerlo ,y están los que simplemente no pueden lidiar con este mundo tan diferente, tan diverso y tan desconocido para muchos y hostil para otros, esto genera una diversidad de respuestas emocionales en las personas.

Que el mundo y su gente experimenten cambios no es nada nuevo, pues el mundo cambia desde que el mundo es mundo, pero no estamos haciendo  una referencia solo al cambio de las percepciones ideológicas de la gente, si no de su progresividad social y de pensamiento.

Estos aspectos no solo muestran una aceleración en los pensamientos que imponen los sistemas sociales, si no en  la sensibilidad de los mismos.

Estamos viviendo en una sociedad sumamente susceptible a su entorno con todo lo que esto significa,  y por otro lado, esa susceptibilidad se acompaña de una intolerancia creciente que hace que la vinculación social sea cada vez más insostenible, convirtiéndonos en personas socialmente desvinculadas los unos de los otros, en donde parece que vivimos una vida solo al alcance de nuestra existencia, sin reconocer la existencia de los demás.

    Esto nos puede llevar a pasar inadvertida las necesidades de los otros, y mucho menos escuchar los pedidos de ayuda que están a nuestro alrededor, que si antes estaban ahí,  hoy cada día que pasa  sus voces se apagan mas, como resultado de la  indiferencia de una cultura del sí mismo, de esa individualización colectiva que tanto ser observa en el día a día de las personas.

Hace unos días, dentro de mi práctica profesional, una de mis clientes que recién llego a consulta, me manifestaba que dentro de sus muchas actividades diarias, están el salir a trabajar, recoger a su hijo del colegio y socializar con el entorno  que a ella le corresponde, lo cual es algo común si nos ponemos a pensar, nada inusual. Todos tenemos algo que hacer y actividades a las que dedicar nuestro tiempo y atención. El detalle es que estamos hablando de alguien con niveles elevados de ansiedad y un cuadro depresivo latente, lo que convierte su discurso de mi interés profesional, pues ella me comenta que últimamente siente mucha melancolía, tristeza y una pérdida del interés en las cosas que antes a ella le llamaban su atención. A su vez, esta situación genera en ella culpa, además que ha notado que se observa cansada y le es difícil concentrarse en las cosas que antes no le causaban mayor problema. Podemos observar que existe una selección focal por parte de ella para seleccionar sus problemas y sobre dimensionar su negatividad, lo que se alinea mucho a lo que definía como depresión el reconocido psicólogo Aaron Beck (1976). Esta marcada percepción de invasión de anhedonia en su vida, dado que esta desmotivación afecta como ella se relaciona con el mundo y más aun le lleva a tomar conciencia  que el rendimiento productivo que viene brindando se ve afectado por la persistencia no solo de esta desmotivación general, sino que también existe presencia de astenia en su organismo que puede notar en cada actividad que realiza, como si hubiera encontrado un buen huésped para hacer la mudanza e instalarse de manera permanente en ella, mas allá de los factores sintomáticos de carácter endógeno que ella puede manifestar y que la clínica de hoy puede definir como complicaciones biológicas y bajones de serotonina o noradrenalina, seamos serios esto esta mas allá de solo una percepción reactiva o exógena marcada por la naturaleza psicológica y social de la experiencia. Seria genial para ella si el malestar solo fuera desde el lado de su vereda, pero lo que más complica ya esta difícil experiencia es la postura del entorno. En primer lugar, manifiesta que lo que más le afecta es la indiferencia del entorno cuando ella se valora vulnerable y esto se agudiza mas si existe un vinculo cercano, pues si se percibe ignorada por los padres de familia con los que espera a su niño al salir del colegio, esto por ejemplo  la hace sentir sola y vulnerable, cuando alguien de su entorno cercano le dice que ella debe tratar de estar bien y ser fuerte, que todo depende de ella, es allí donde nos podemos detener un poco al análisis. A veces, estos consejos de farmacia que nos suelen dar nuestro conocidos son pesas a la cintura para que nos hundamos más en nuestra angustia. Es importante entender que no le podemos decir a alguien que experimenta una situación como esta:!Estas mal, pues trata de estar bien!, o !Estas triste, debes intentar estar feliz!, pues no solo que esos consejos no funcionan, sino que tampoco genera un cambio, es más, incrementan el sentimiento de vulnerabilidad, además que trasmiten un mensaje terrible, !No importas!, Es decir, solo estamos invisibilizando a la persona, aparte que le negamos y le cuestionamos su sentir, su dolor. Es como si personas externas supieras más de lo que pasa con ella y sus procesos introyectivos y le transmites el mensaje que eso que es tan importante para ella, no es importante para el mundo, y  en una situación en la que con mucha dificultad busca ayuda de alguien en quien confía, obtiene la respuesta más difícil de asimilar, que  está sola, como quien toca una puerta donde detrás no hay nadie. Lo importante no está en convertirnos en psicoterapeutas o en sentir que debemos darle una solución a su sufrimiento, puesto que no es lo que  se estaría pidiendo. Lo que una persona así busca de ti seria que la entiendas, que la acompañes y que valores su sufrimiento, que la aceptes con ello y puedas acompañarla en los siguientes pasos. Esto puede ser de manera cercana o no. Este cliente de la cual hago referencia, por ejemplo, me comento que muchas veces ha tenido situaciones en donde su ansiedad incremento tanto que le fue difícil manejarlo. La última vez,  fue en la calle. Sentía un cansancio tremendo, sentía que su corazón estaba muy tenso, sus piernas y sus brazos estaban adormecidos y rígidos, esto sumado al miedo irracional que sentía. Todo ello es lo que para muchos expertos puede suponer una crisis de ansiedad, pero, en su análisis del evento no fue la ansiedad lo que más le afecta, sino el sentirse sola y, más aun, el saber que a nadie le importa si ella está bien o mal, el verse entre las calles en un mal estado y que no podría encontrarse con la ayuda en los demás y, lo más terrible es que pudo notar y darse cuenta de lo sola que esta. No solo es la indiferencia del entorno sino la poca confianza que tiene una persona que padece un cuadro como este en buscar ayuda del mundo que le rodea, pues las personas nos hemos desensibilizado tanto que no vemos estos gritos de ayuda, una situación donde no se debería de esperar que se nos pidan asistencia, pero donde personas así nunca la encuentran. 300 millones de personas en el mundo sufren de depresión, lo cual presenta comorbilidad con la ansiedad y, en algunos casos, un trastorno de ansiedad, lo que indica que es una de las principales causas de discapacidad en el mundo. Es decir, de 6% de la población general, 1 de cada 5 personas que nacen tendrá depresión. Estamos hablando de una considerable población. En el mundo existen casi 7.888 miles de millones de personas y muchas de estas personas ignoran y no saben que es una cuadro depresivo y que es una crisis ansiosa. Si es verdad que de cinco personas que nacen, una tendrá depresión, otras cuatro no sabrán lo que es o, en el peor de los casos, no les importara. Es por ello que es importante una educación real sobre todo esto en las personas, pues por estadística es muy probable que tengas un familiar, un amigo o un conocido luchando solo esta batalla tan difícil.

    En definitivo, cuando nos referimos a cuadros depresivos y ansiogenos, son muchos los aspectos que se pueden referenciar, puesto que hablamos de cuadros que afectan la vida afectiva del individuo, la manera de cómo piensa una persona que presenta este cuadro. No olvidemos que sus procesos cognitivos son diferentes, en la mayoría de los casos irracionales, absolutistas y generando en ellos conductas de gran evitación que solo refuerzan mas la sintomatología, esto sin merecer especial atención a algún enfoque psicológico especifico.

    Una de las cosas que me manifiesta mi cliente es que de niña, esto sin que uno quiera hacer una topografía al pasado de la persona, es más, este testimonio responde al carácter espontaneo de la sesión, en fin, ella  manifiesta que de niña su madre la dejaba sola en casa con sus hermanos, en una casa muy grande, donde no había luz y donde, pese a estar con sus hermanos mayores, se sentía desprotegida y sumamente temerosa. Lo curioso es que, cuando le pregunte si al volver su madre eso terminaba, manifestaba que no del todo  y que sentía que su madre tampoco le garantizaba una compañía o un significado de protección. Es más, fue consultada si había alguien que la hiciera sentir segura y no tenía una sola figura que le brinde esa protección. En definitivo, los cuadros depresivos y ansiogenos tienen mucha bibliografía y su epistemología es muy amplia, pero es una constante no solo en este caso sino en muchos que ya he tenido en consulta, en donde las experiencias de rechazo y abandono emocional del niño dan como resultado un adulto herido, con una tendencia a la hiperdependencia afectiva en la pareja, con los amigos y con los hijos. A ello se suma una fuerte necesidad de aprobación, acompañado de una autoestima frágil, lo que se ajusta mucho a lo que ya manifestaba Bowlby (1983) en la teoría del apego. Es en ese sentido, que el adulto de hoy es el resultado y suma de sus experiencias de vida. Podemos decir que muchas de estas personas que experimentan estos cuadros y que presentan un gran sector de la población, responden a situaciones del entorno, a predisposiciones biológicas y a experiencias de vida en etapas tempranas y también a experiencias constantes. Si bien es cierto la necesidad fundamental es la intervención profesional, también es importante el abandono de la indiferencia selectiva y el fortalecimiento de una empatía colectiva común.

Mi cliente seguirá en consulta, es una persona valiosa para su familia y para mí, por ser su psicoterapeuta y más aún porque se dé su lucha. La pregunta es si conoces a alguien que sufre y que sea valioso para ti, si crees que existe ese alguien, como crees que lo vienes ayudando? A veces, ayudando a alguien me puedo ayudar más a mí mismo, puesto que el desprendimiento afectivo nos vuelve receptores de afectos sinceros. Esperemos que un día las cosas cambien para personas que tienen estas batallas, pero no la dejemos solas, puesto que, así como ellos luchan sus guerras internas, nosotros tenemos las propias y es bueno cuando no luchamos solos.

 


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