Estamos viviendo en un mundo que, desde la observación
practica, para muchos puede ser irreconocible. Muchas de las cosas que antes
eran aceptadas, hoy ya no lo son, muchas de las reglas de vida y de conducción
social que antes eran aceptadas hoy dejaron de serlo.
Existen quienes pueden adaptarse al cambio que
esta sociedad nos demanda, están también a los que les cuesta hacerlo ,y están
los que simplemente no pueden lidiar con este mundo tan diferente, tan diverso
y tan desconocido para muchos y hostil para otros, esto genera una diversidad
de respuestas emocionales en las personas.
Que el mundo y su gente experimenten cambios no
es nada nuevo, pues el mundo cambia desde que el mundo es mundo, pero no estamos
haciendo una referencia solo al cambio
de las percepciones ideológicas de la gente, si no de su progresividad social y
de pensamiento.
Estos
aspectos no solo muestran una aceleración en los pensamientos que imponen los
sistemas sociales, si no en la
sensibilidad de los mismos.
Estamos viviendo en una sociedad sumamente susceptible
a su entorno con todo lo que esto significa,
y por otro lado, esa susceptibilidad se acompaña de una intolerancia
creciente que hace que la vinculación social sea cada vez más insostenible, convirtiéndonos
en personas socialmente desvinculadas los unos de los otros, en donde parece
que vivimos una vida solo al alcance de nuestra existencia, sin reconocer la existencia
de los demás.
Esto
nos puede llevar a pasar inadvertida las necesidades de los otros, y mucho
menos escuchar los pedidos de ayuda que están a nuestro alrededor, que si antes
estaban ahí, hoy cada día que pasa sus voces se apagan mas, como resultado de la indiferencia de una cultura del sí mismo, de
esa individualización colectiva que tanto ser observa en el día a día de las
personas.
Hace
unos días, dentro de mi práctica profesional, una de mis clientes que recién
llego a consulta, me manifestaba que dentro de sus muchas actividades diarias, están
el salir a trabajar, recoger a su hijo del colegio y socializar con el
entorno que a ella le corresponde, lo
cual es algo común si nos ponemos a pensar, nada inusual. Todos tenemos algo
que hacer y actividades a las que dedicar nuestro tiempo y atención. El detalle
es que estamos hablando de alguien con niveles elevados de ansiedad y un cuadro
depresivo latente, lo que convierte su discurso de mi interés profesional, pues
ella me comenta que últimamente siente mucha melancolía, tristeza y una pérdida
del interés en las cosas que antes a ella le llamaban su atención. A su vez,
esta situación genera en ella culpa, además que ha notado que se observa
cansada y le es difícil concentrarse en las cosas que antes no le causaban
mayor problema. Podemos observar que existe una selección focal por parte de
ella para seleccionar sus problemas y sobre dimensionar su negatividad, lo que
se alinea mucho a lo que definía como depresión el reconocido psicólogo Aaron
Beck (1976). Esta marcada percepción de invasión de anhedonia en su vida, dado
que esta desmotivación afecta como ella se relaciona con el mundo y más aun le
lleva a tomar conciencia que el rendimiento productivo que viene brindando se
ve afectado por la persistencia no solo de esta desmotivación general, sino que
también existe presencia de astenia en su organismo que puede notar en cada
actividad que realiza, como si hubiera encontrado un buen huésped para hacer la
mudanza e instalarse de manera permanente en ella, mas allá de los factores sintomáticos
de carácter endógeno que ella puede manifestar y que la clínica de hoy puede
definir como complicaciones biológicas y bajones de serotonina o noradrenalina,
seamos serios esto esta mas allá de solo una percepción reactiva o exógena
marcada por la naturaleza psicológica y social de la experiencia. Seria genial
para ella si el malestar solo fuera desde el lado de su vereda, pero lo que más
complica ya esta difícil experiencia es la postura del entorno. En primer lugar,
manifiesta que lo que más le afecta es la indiferencia del entorno cuando ella
se valora vulnerable y esto se agudiza mas si existe un vinculo cercano, pues
si se percibe ignorada por los padres de familia con los que espera a su niño
al salir del colegio, esto por ejemplo la
hace sentir sola y vulnerable, cuando alguien de su entorno cercano le dice que
ella debe tratar de estar bien y ser fuerte, que todo depende de ella, es allí
donde nos podemos detener un poco al análisis. A veces, estos consejos de farmacia
que nos suelen dar nuestro conocidos son pesas a la cintura para que nos hundamos
más en nuestra angustia. Es importante entender que no le podemos decir a
alguien que experimenta una situación como esta:!Estas mal, pues trata de estar
bien!, o !Estas triste, debes intentar estar feliz!, pues no solo que esos
consejos no funcionan, sino que tampoco genera un cambio, es más, incrementan
el sentimiento de vulnerabilidad, además que trasmiten un mensaje terrible, !No
importas!, Es decir, solo estamos invisibilizando a la persona, aparte que le negamos
y le cuestionamos su sentir, su dolor. Es como si personas externas supieras más
de lo que pasa con ella y sus procesos introyectivos y le transmites el mensaje
que eso que es tan importante para ella, no es importante para el mundo, y en una situación en la que con mucha
dificultad busca ayuda de alguien en quien confía, obtiene la respuesta más
difícil de asimilar, que está sola, como
quien toca una puerta donde detrás no hay nadie. Lo importante no está en
convertirnos en psicoterapeutas o en sentir que debemos darle una solución a su
sufrimiento, puesto que no es lo que se estaría
pidiendo. Lo que una persona así busca de ti seria que la entiendas, que la acompañes
y que valores su sufrimiento, que la aceptes con ello y puedas acompañarla en
los siguientes pasos. Esto puede ser de manera cercana o no. Este cliente de la
cual hago referencia, por ejemplo, me comento que muchas veces ha tenido situaciones
en donde su ansiedad incremento tanto que le fue difícil manejarlo. La última
vez, fue en la calle. Sentía un
cansancio tremendo, sentía que su corazón estaba muy tenso, sus piernas y sus
brazos estaban adormecidos y rígidos, esto sumado al miedo irracional que sentía.
Todo ello es lo que para muchos expertos puede suponer una crisis de ansiedad, pero,
en su análisis del evento no fue la ansiedad lo que más le afecta, sino el
sentirse sola y, más aun, el saber que a nadie le importa si ella está bien o
mal, el verse entre las calles en un mal estado y que no podría encontrarse con
la ayuda en los demás y, lo más terrible es que pudo notar y darse cuenta de lo
sola que esta. No solo es la indiferencia del entorno sino la poca confianza
que tiene una persona que padece un cuadro como este en buscar ayuda del mundo
que le rodea, pues las personas nos hemos desensibilizado tanto que no vemos
estos gritos de ayuda, una situación donde no se debería de esperar que se nos
pidan asistencia, pero donde personas así nunca la encuentran. 300 millones de personas
en el mundo sufren de depresión, lo cual presenta comorbilidad con la ansiedad
y, en algunos casos, un trastorno de ansiedad, lo que indica que es una de las
principales causas de discapacidad en el mundo. Es decir, de 6% de la población
general, 1 de cada 5 personas que nacen tendrá depresión. Estamos hablando de
una considerable población. En el mundo existen casi 7.888 miles de
millones de personas y muchas de estas personas ignoran y no saben que es una
cuadro depresivo y que es una crisis ansiosa. Si es verdad que de cinco
personas que nacen, una tendrá depresión, otras cuatro no sabrán lo que es o,
en el peor de los casos, no les importara. Es por ello que es importante una educación
real sobre todo esto en las personas, pues por estadística es muy probable que
tengas un familiar, un amigo o un conocido luchando solo esta batalla tan difícil.
En
definitivo, cuando nos referimos a cuadros depresivos y ansiogenos, son muchos
los aspectos que se pueden referenciar, puesto que hablamos de cuadros que
afectan la vida afectiva del individuo, la manera de cómo piensa una persona
que presenta este cuadro. No olvidemos que sus procesos cognitivos son
diferentes, en la mayoría de los casos irracionales, absolutistas y generando
en ellos conductas de gran evitación que solo refuerzan mas la sintomatología,
esto sin merecer especial atención a algún enfoque psicológico especifico.
Una
de las cosas que me manifiesta mi cliente es que de niña, esto sin que uno
quiera hacer una topografía al pasado de la persona, es más, este testimonio responde
al carácter espontaneo de la sesión, en fin, ella manifiesta que de niña su madre la dejaba sola
en casa con sus hermanos, en una casa muy grande, donde no había luz y donde,
pese a estar con sus hermanos mayores, se sentía desprotegida y sumamente
temerosa. Lo curioso es que, cuando le pregunte si al volver su madre eso
terminaba, manifestaba que no del todo y
que sentía que su madre tampoco le garantizaba una compañía o un significado de
protección. Es más, fue consultada si había alguien que la hiciera sentir
segura y no tenía una sola figura que le brinde esa protección. En definitivo,
los cuadros depresivos y ansiogenos tienen mucha bibliografía y su epistemología
es muy amplia, pero es una constante no solo en este caso sino en muchos que ya
he tenido en consulta, en donde las experiencias de rechazo y abandono emocional
del niño dan como resultado un adulto herido, con una tendencia a la hiperdependencia
afectiva en la pareja, con los amigos y con los hijos. A ello se suma una
fuerte necesidad de aprobación, acompañado de una autoestima frágil, lo que se
ajusta mucho a lo que ya manifestaba Bowlby (1983) en la teoría del apego. Es
en ese sentido, que el adulto de hoy es el resultado y suma de sus experiencias
de vida. Podemos decir que muchas de estas personas que experimentan estos
cuadros y que presentan un gran sector de la población, responden a situaciones
del entorno, a predisposiciones biológicas y a experiencias de vida en etapas
tempranas y también a experiencias constantes. Si bien es cierto la necesidad
fundamental es la intervención profesional, también es importante el abandono
de la indiferencia selectiva y el fortalecimiento de una empatía colectiva común.
Mi
cliente seguirá en consulta, es una persona valiosa para su familia y para mí,
por ser su psicoterapeuta y más aún porque se dé su lucha. La pregunta es si conoces
a alguien que sufre y que sea valioso para ti, si crees que existe ese alguien,
como crees que lo vienes ayudando? A veces, ayudando a alguien me puedo ayudar más
a mí mismo, puesto que el desprendimiento afectivo nos vuelve receptores de
afectos sinceros. Esperemos que un día las cosas cambien para personas que
tienen estas batallas, pero no la dejemos solas, puesto que, así como ellos
luchan sus guerras internas, nosotros tenemos las propias y es bueno cuando no
luchamos solos.
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